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No siempre lo que a la familia conviene, favorece a la empresa; y viceversa. Es altamente probable que un proceso a largo plazo, transgeneracional inclusive, se tengan que tomar decisiones que la lógica empresarial sugiere, pero que lastimarían el ánimo familiar; igualmente, la solidaridad con la familia puede imponer decisiones o prácticas en la empresa, que le resten competitividad a esta.


Hay un círculo virtuoso que genera la simbiosis empresa-familia: si la familia está bien, la empresa marcha bien; y como la empresa marcha bien, la familia está contenta; y como la familia está contenta, todos abonan al progreso de la empresa… Y así, la familia y empresa se retroalimentan.


Pero ese círculo virtuoso se nos puede revertir y convertirse en un círculo vicioso: Hay conflicto en la familia, lo reciente la empresa; y como la empresa ya no va tan bien, la familia se enoja más; y esto lo reciente negativamente la empresa; lo que molesta más en la familia… Y así, hasta que se acaban empresa y familia, generalmente en ese orden.


Este proceso, tan obvio como inobjetable, nos obliga cuidar ambos polos del circuito virtuoso que queremos generar: polo familia y polo empresa.
¿Y si en un caso específico tenemos que resolver en favor de la familia o en favor de la empresa?


Habría que ver el caso particular; y si ya no encontraste una solución integradora que satisfaga a la familia y a la empresa, te anticipo mi opinión (en lo general): la empresa son pesos, metros, toneladas… cosas que fácilmente se resarcen. Reparar un conflicto de emociones y sentimientos en la familia, es mucho más difícil. Yo me inclino por resolver la disyuntiva en favor de la familia; SALVO (salvo!!!) que la decisión afecte estructuralmente a la empresa. Si ese fuere el caso, lo volvemos a platicar.

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